DW.- Vendieron o regalaron sus pertenencias, ayunaron un mes y se encerraron a esperar el fin del mundo que debía tener lugar el pasado 28 de enero. La fecha, que ya había sido pospuesta una vez, pasó y los miembros de la secta neopentecostal Ministerio Berea en Barranquilla y el poblado rural de Isabel López, del municipio de Sabanalarga, se encontraron con tres realidades terrenales: el mundo no se acabó, el pastor desapareció y varios miembros en Barranquilla quedaron sin techo.