La
ventaja de Arce para combatir la tensa polarización política que se
acentuó durante el año que gobernó la presidenta de facto, Jeanine
Áñez, es que, al
haber arrasado en las elecciones con el 55,1 % de los votos, obtuvo
la legitimidad que necesitaba su gobierno.
Ello
y el tono conciliador del discurso del presidente electo, que ha
rechazado venganzas en contra de quienes derrocaron a Morales, pueden
ayudar a difuminar la crispación social y los climas de violencia
que padecieron los bolivianos durante el último año.
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